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Encuentran en Argentina un cuadro robado por los nazis perteneciente a una colección desaparecida en Bilbao

La colección Goudstikker fue saqueada durante la Segunda Guerra Mundial y los aliados le siguieron la pista hasta el puerto de la capital vizcaína

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Miércoles, 10 de septiembre 2025

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Un anuncio colocado en una página web argentina para vender casas ha permitido localizar un cuadro robado por los nazis a un marchante judío, una hallazgo que ha vuelto a traer a la actualidad la colección Goudstikker, una de las mayores pinacotecas saqueadas en la Segunda Guerra Mundial y cuyo rastro se perdió en Bilbao en 1945.

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La obra, ‘El retrato de una dama’ del pintor italiano del siglo XVIII Giuseppe Ghislandi, estaba en manos de la familia del ya fallecido Friedrich Gustav Kadgien, un miembro de las SS que coordinó el saqueo de las fortunas de judíos en los años 40 y se refugió en Argentina.

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El hombre que vendió esta obra fue Alois Miedl, uno de los responsables del expolio y que, tras la derrota nazi, pasó por el País Vasco para intentar poner a salvo su botín.

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‘El retrato de una dama’ fue localizado por el periódico holandés ‘AD’, tras encontrar en la web argentina Robles Casas y Campos una fotografía del salón de una vivienda en venta. Sobre el sofá se podía ver el cuadro.

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Los periodistas se pusieron en contacto con la propietaria de la vivienda, Patricia Kaidgen, hija del gerifalte nazi. Ella se negó a dar explicaciones a los investigadores.

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Tras la publicación de la noticia, la Policía argentina acudió a la vivienda y allí comprobaron que el cuadro del siglo XVII había desaparecido. Los agentes registraron otras tres casas de la pareja, sin encontrar rastro de la pieza.

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El pasado miércoles, el abogado de los Kaidgen entregó el cuadro a la Fiscalía de Mar del Plata y al tiempo se conocía que Kaidgen y su marido fueron procesados judicialmente por intentar esconder el cuadro robado.

Colección europea

Esa pintura fue propiedad de uno de los principales marchantes de arte de Holanda hasta los años 40, el judío Jacques Goudstikker.

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Este experto llegó a poseer una de las colecciones más importantes de Europa en manos privadas en esa época, con más de 1.200 piezas de todo tipo de maestros. Desde Goya a Rembrandt o El Greco.

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En mayo de 1940 huyó de Holanda en barco para escapar de las leyes raciales que los nazis estaban aplicando en su país tras haberlo ocupado.

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Murió en el barco que le conducía a Inglaterra tras sufrir un accidente y caer por la escalera que descendía a la bodega del buque.

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Patricia Kaidgen y su marido, en una comparecencia ante los jueces por el hallazgo del cuadro. AFP
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Su colección permanecía en Holanda y allí fue saqueada por uno de los lugartenientes de Hitler, Herman Goering. Este destacado nazi se intentó adueñar de todas las pinacotecas y museos de los países europeos que fueron ocupando las tropas alemanas.

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En el caso de Holanda contó con la colaboración de un oscuro personaje, Alois Miedl, un banquero alemán casado con una judía, a la que consiguió proteger por sus contactos con los dirigentes a los que prestaba ayuda.

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Miedl utilizó todo tipo de amenazas para obligar a los ciudadanos hebreos para que vendiesen sus posesiones a precios ridículos y así se hizo con obras de artes y otras posesiones de incalculable. Luego, las vendía a los alemanes. Goering, por ejemplo, se hizo con 600 piezas de la colección Goudstikker.

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Perseguido por la SS

En mayo de 1944, Alois Miedl se dirigió a la frontera vascofrancesa con un número nunca determinado de obras de arte.

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Según algunas versiones, su intención era poner a salvo parte del patrimonio de Goering y su propia colección al ser inminente la derrota de Hitler.

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Según el catedrático de Historia Política y Social de la UNED y autor del libro ‘El expolio nazi’, Miguel Martorell, Mield huía también de «las SS y la Gestapo, puesto que su protector, Goering, había caído en desgracia y ya no podría proteger a su marchante de arte ni a su familia judía».

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El marchante fue detenido en la frontera por las fuerzas francesas y, gracias a la intervención de su esposa, fue entregado a la Policía española en Irún.

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Viajaba en un convoy en el que se trasladaban dos contenedores con 22 pinturas de grandes dimensiones.

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Las fuerzas franquistas se incautaron de la carga y la condujeron al puerto franco de Bilbao. «La sospecha es que Mield ya había conseguido introducir varios camiones por la frontera y que disponía de muchas más pinturas en España. Esto se sabe porque hay constancia de que se desplazaba por Madrid con un catálogo de más de 200 piezas con la intención de venderlas», afirma Martorell a este periódico.

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Imagen de archivo del jerara Hermann Goering. E.C.
 
 

Las obras de arte que quedaron en custodia en el Puerto de Bilbao fueron objeto de un litigio legal en medio de la guerra y la posguerra.

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Los aliados que habían vencido a los nazis reclamaban que se devolvieran a Holanda. Por su parte, Miedl exhibía un contrato de venta con el que podía demostrar que se había hecho con ellas de forma legal.

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Durante cinco años, las piezas del marchante estuvieron vigiladas en Bilbao hasta que el franquismo tomó una decisión salomónica.

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«La dictadura estaba sometida a una gran presión internacional y protegía a muchos nazis ocultos en España. Pero Miedl era otra cosa. Tenía una esposa judía y se le consideraba un especulador sin escrúpulos. Lo que hizo el Gobierno fue devolverle los cuadros y expulsarle del país«.

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Miedl se dirigió a Baviera, donde abrió una galería de arte y continuó dedicándose a los negocios. Pese a sus relaciones con los nazis, no fue perseguido.

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«Era un hombre con muchas aristas, porque tenía relaciones con la camarilla de Hitler, pero también prestó ayuda a muchos judíos», indica el catedrático de Historia Política y Social de la UNED.

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‘El retrato de una dama’ encontrado en Argentina no figuraba entre las obras que estuvieron retenidas en la capital vizcaína, pero la incógnita es saber cuáles eran los otros cuadros que Mield movió por España y de los que no se tiene ningún dato.

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«De las obras que estuvieron en Bilbao, solo una fue localizada. Del resto no se sabe qué pasó con ellas», asegura el experto. El paradero de parte de la colección Goudstikker sigue siendo un enigma.

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La nuera del creador de la colección, Marie Von Sayer, lleva años buscando los cuadros robados por el mundo e incluso venció en los tribunales al Gobierno holandés, que en la posguerra intentó quedarse con los cuadros del judío fallecido al entender que, al venderlos, se había convertido en un colaboracionista.

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La aparición del cuadro en Argentina volvió a traer al presente la colección Goudstikker. Según Martorell, «el asunto está vivo y lo que ha sucedido ahora demuestra que van a continuar apareciendo obras que desaparecieron en la guerra y que están escondidas por sus propietarios».

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