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El castillo fantasma de Balmaseda

 Es probablemente la primera fortaleza medieval del territorio y ha estado escondida durante casi dos siglos entre la maleza

 

Miércoles, 16 de abril 2025

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Lo más parecido a ver Balmaseda desde el cielo o a vista de dron es hacerlo desde el Cerro de Polo o Cerro del Castillo. Comprender así su casco medieval y este pedazo singular del valle del Cadagua es más sencillo. No lo será tanto pero hay que intentarlo imaginar dónde estuvo, en la ribera derecha del río, el barrio judío y sus curtiderías, dónde las calles de los oficios -Correría que había sido Calderería, Martín Mendia que había sido La Vieja o Carnecería, la del Medio, la Vieja o Bajera y la Cuesta-, y así todo el laberinto de la maraña del amurallado recinto medieval.

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Mientras Balmaseda vive estos días la Pasión Viviente, nadie se acuerda ya de un castillo fantasma que es probablemente la primera fortaleza medieval de Bizkaia y cuyos muros aún vigilan la que también es primera villa en fundarse en Bizkaia, nada menos que en 1199 por Lope Sánchez de Mena, Señor de Bortedo, que concedió a sus pobladores el Fuero de Logroño.

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Escondido durante casi dos siglos entre la maleza, el castillo ha pasado largo tiempo inadvertido, incluso para los vecinos de la villa. Menos mal que a los amigos de la asociación Orexinal, Erika, Iván, Ion y Eneko, liderados por Aitor Ibargüen, se les ocurrió en un ya lejano 2018 promover la resurrección del Cerro del Castillo.

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Tan bien lo hicieron que lograron la complicidad del Ayuntamiento que estableció, con ayuda de las historiadoras de Ikusmira Ondarea, un Plan de Acción del Paisaje Cultural del Cerro del Castillo. Un plan que ha permitido desarrollar con la Cátedra UNESCO de paisajes Culturales y Patrimonio de la UPV/EHU sucesivas campañas de excavaciones que aún siguen sacando de los escombros los restos de las fortificaciones que el cerro ha escondido tanto tiempo.

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Los arqueólogos saben ahora, gracias a los estudios de carbono 14, que lo más antiguo del cerro se construyó en algún momento de la segunda mitad del siglo X, muy probablemente sobre el año 940-970, mucho antes de que se le concediera la Carta Puebla a Balmaseda como primera villa de Bizkaia. Y que allá arriba no hay un solo castillo; son unos encima o dentro de otros.

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En la misma colina que estuvo un torreón medieval, casi seguro enzarzado en las luchas de bandos entre los señores de Bizkaia y los de Castilla, los carlistas se atrincheraron después, rehicieron paredes viejas, instalaron nuevas, trazaron pasadizos y con todo aquello les han impuesto una difícil tarea de interpretación a los arqueólogos.

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En la primera de las guerras carlistas ya estaban allí los liberales encastillados y la mayoría de las paredes que aún se sostienen en el cerro son de este episodio bélico en torno a 1834. Lo primero que hicieron fue reutilizar la torre medieval, cambiando su estructura y aprovechando además el foso y la falsabraga. De poco les sirvió porque en enero de 1836 un gigantesco pelotón de 14.000 soldados se apoderó del castillo.

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Debía ser buena aquella posición, elevada y vigilante sobre el Camino Real a Castilla, porque se la peleaban sin parar y un mes más tarde los liberales retoman el castillo acometiendo a continuación una importante reconstrucción. Los liberales se marchan a principios de 1838 -los llamó Espartero a combatir en el valle de Mena-, destruyendo antes parte de sus instalaciones.

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Pero vuelven los carlistas, rehacen algunos edificios hasta que en 1939 lo destruyen con dinamita y nadie se pelea más por la fortificación. Bueno, igual sí, los vecinos y los constructores utilizaron aquellos muros como cantera y sacaron de allí muchas de las piedras que componen muros y fachadas de las casas de Balmaseda, incluido su ayuntamiento.

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