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¿Crueles o desesperados? El trágico final de los neandertales, empujados al canibalismo por el sapiens

Los últimos hallazgos prueban que el neandertal —el fornido homínido que habitó en Europa y Asia Occidental hace 230.000 años, más hábil y sofisticado de lo que se creía— celebraba pantagruélicos banquetes caníbales.

¿Engullía a sus rivales para apoderarse de su fuerza vital? ¿Se comía a sus muertos para protegerlos de la descomposición? ¿O sencillamente por hambre y desesperación?

MATTHIAS SCHULZ | FOTOGRAFÍA: S. ENTRESSANGLE/ E. DAYNES/ SCIENCE PHOTO LIBRARY

Los neandertales, nuestros parientes biológicos, se comían a sus semejantes. Eso es lo que plantea un equipo de antropólogos en la revista Scientific Reports. Los 13 expertos que firman el estudio han analizado los huesos hallados en la cueva de Goyet, en Bélgica, un laberinto de oquedades con amplias estancias a través de las cuales fluye un río subterráneo. Allá por el siglo XIX, en una de estas cuevas se encontraron más de 30.000 restos óseos. La mayoría fueron metidos en sacos con la etiqueta ‘huesos de animales’.

En la cueva del Sidrón, en Asturias, 13 individuos –entre ellos, 3 niños– fueron descuartizados con profesionalidad

Pero no era ese el caso, tal y como se acaba de comprobar: revisando aquellos restos, se han identificado 96 huesos y 3 dientes de neandertales. «Pertenecen a un mínimo de 5 individuos; todos ellos, cuidadosamente descuartizados», explica Johannes Krause, director del Instituto Max Planck de Historia Humana, en Alemania.

Los huesos aparecen llenos de marcas de cuchillos de piedra. La mayoría se encuentran en las inserciones de los músculos y tendones, un indicio claro de deshuesado. También hay incisiones más profundas. Este tipo de marcas se produce cuando se intenta partir el hueso para acceder al tuétano, la sustancia grasa de su interior.

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Tenían rituales. Se baraja la posibilidad de que los círculos realizados con fragmentos de estalagmitas que se han encontrado en la cueva de Bruniquel, en Francia, tengan un significado simbólico. Estos anillos fabricados con piezas de tamaño similar, fueron hechos hace 175.000 años en una cámara a 336 metros de la entrada de la cueva. Lo mismo el yacimiento de Pinilla del Valle, en Madrid, podría albergar un santuario. Ambos son indicios de una posible espiritualidad neandertal.

De acuerdo con la datación de los huesos, el drama caníbal de Goyet comenzó hace entre 45.500 y 40.500 años y probablemente tuvo lugar en el exterior de la cueva. Los autores primero vaciaron las entrañas y descarnaron la caja torácica. Luego desmembraron los cuerpos y se llevaron los brazos y piernas, las partes más ricas en carne, al interior de la cueva. Allí se encontraron 6 tibias y 4 fémures.

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Maniobras de carnicero. En la cueva de Goyet, en Bélgica, se han hallado 96 huesos y 3 dientes de neandertales con marcas realizadas con cuchillos de piedra para desprender músculos y tendones.
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Las incisiones más profundas desvelan maniobras para acceder al tuétano. Otros hallazgos demuestran que el neandertal era hábil con las herramientas como los objetos de adorno de cuerno pulido e incluso una máscara de piedra y con dos oquedades para los ojos.
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Tras el banquete, los caníbales utilizaron los restos de su comida para construir herramientas: cuatro fragmentos de hueso los transformaron en instrumentos para afilar cuchillos de piedra. ¡Pero, un momento! ¿De verdad que eran tan hábiles? Tradicionalmente se había dicho que el neandertal formaba parte del ‘género de los cabezas planas’, que solo era capaz de balbucear y se alimentaba de carroña. Sin embargo, hace tiempo que estos prejuicios dejaron de estar sobre la mesa.

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Los científicos aseguran que el neandertal era capaz de mover la lengua con maestría, elaboraba un adhesivo a partir de la decocción de corteza de abedul, fabricaba adornos con conchas marinas y curtía pieles. Incluso se piensa que habría construido espacios a los que atribuía un carácter cuasisagrado.

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Por ejemplo, en las cuevas de Bruniquel (en Francia) dio forma a dos círculos de estalagmitas. Los descubridores de estos extraños anillos los definieron como «un paso de gigante hacia la modernidad».

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Una dieta variada. El neandertal comía mariscos hace 150.000 años. Lo descubrió en 2011 un equipo internacional en el que participaba el CSIC en la cueva Bajoncillo (Málaga). Son los vestigios más antiguos de consumo de moluscos. Hasta entonces se creía que el pionero en el marisqueo había sido el Homo sapiens.
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El análisis de los huesos internos del oído (que le permitían distinguir octavas) demostró, según el antropólogo Alfred Czarnetzki, que el neandertal «habría podido afinar un violín sin problemas».

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Este peludo europeo sabía fabricar armas excelentes y no se complicaba con los ritos funerarios. Es cierto que a veces depositaba a sus muertos en posición fetal dentro de fosas. En la sima de las Palomas (España) colocaron a tres miembros del clan uno sobre otro y los cubrieron con losas de piedra. Pero no siempre mostraban tanta piedad: se limitaban a quitarles todo lo que llevaran encima y arrojaban los restos a la basura. A veces incluso se ensañaban con los cadáveres: se han encontrado cráneos a los que les habían arrancado el cuero cabelludo.

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Retrato robot. Dientes poderosos que servían de herramienta. Nariz grande que calentaba el aire antes de llegar a los pulmones. Su estatura media era de 1,70 centímetros en los hombres y algo menos en las mujeres. Con una musculatura más desarrollada que la del hombre actual. De sus extremidades destacaban las manos, fuertes y potentes, necesarias para sobrevivir. S. ENTRESSANGLE/ E. DAYNES/ SCIENCE PHOTO LIBRARY (AGEFOTOSTOCK)
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Y a todo esto hay que añadirle ahora el canibalismo. En 1999 se encontraron en el sur de Francia los primeros indicios de la existencia de ritos caníbales entre los neandertales. Luego llegaron los sorprendentes hallazgos de la cueva asturiana del Sidrón, donde aparecieron numerosas pruebas de un gran banquete. Al menos 13 individuos –entre ellos, 3 niños– fueron despiezados con profesionalidad.

Los huesos de su oído muestran que el neandertal «habría podido afinar un violín», dicen ahora los antropólogos

Han salido a la luz hasta 2000 restos óseos. «Hay manos y pies cortados que aparecen parcialmente unidos a las extremidades», dice Johannes Krause. A una de las víctimas le arrancaron la lengua. Se cree que engulleron a un grupo rival para apoderarse de su fuerza vital.

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También entra dentro de lo posible que aquellos neandertales se comieran a sus muertos para protegerlos de la descomposición. Algunos pueblos primitivos practicaban este tipo de banquete ritual en pleno siglo XIX. Las víctimas de Goyet recibieron ‘el mismo trato’ que los renos y caballos salvajes que cazaban.

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‘Su imperio’: euroasiático. El neandertal habitó Europa y partes de Asia occidental de 230.000 hasta 29.000 años atrás, durante el Paleolítico Medio.
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Se extendió desde el Atlántico hasta Uzbekistán y desde Inglaterra hasta el Mediterráneo sin llegar a pasar a África.

Resulta llamativo que los neandertales practicaran estas costumbres gastronómicas, sobre todo en la fase de su declive y desaparición. La especie se encontraba en unas pésimas condiciones cuando, hace unos 37.000 años, las siguientes oleadas de seres humanos empezaron a extenderse con éxito por el continente. Poco a poco, el escenario del Pleistoceno se fue encaminando hacia su trágica conclusión. Mísero y aislado, con el estómago vacío y aterrorizado por las partidas de caza de unos inmigrantes hostiles… así debió de ser el final de los neandertales.

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Probablemente esta situación de emergencia los llevó al canibalismo. Hay pruebas que sostienen esta afirmación. Los niños del banquete de la cueva del Sidrón presentaban en sus huesos y dientes indicios de desnutrición: no habían podido llenar su estómago en condiciones durante los meses previos a convertirse ellos mismos en el menú.