.

.

‘True crime’ de hace 700 años

Una aristócrata libertina y un clérigo degollado: así se resuelve un crimen del siglo XIV

Un criminólogo de la Universidad de Cambridge aclara un suceso que conmocionó a la capital inglesa hace siete siglos

Viernes, 6 de junio 2025

.

.

Habían pasado las seis de la tarde del 3 de mayo de 1337 cuando el sacerdote John Forde paseaba tras la misa de vísperas por el Westcheap, una zona cercana a la actual catedral de San Pablo poco recomendable para transitar a ninguna hora del día. Era, de hecho, el lugar donde más homicidios se registraban en aquella época en la capital inglesa. Con multitud de tabernas y cervecerías, cualquier chispa se convertía en incendio. Eran habituales las peleas entre comerciantes y artesanos. También las zurras entre los aprendices de los gremios, algo parecido a las pandillas de hoy en día.

En un momento dado, Forde se paró a hablar con un compañero, un tal Hasculph Neville. Parecía una «conversación agradable». Sin embargo, al acercarse a San Pablo -la actual catedral no se levantó hasta 300 años después-, cuatro sicarios atacaron al clérigo.

.

Recreación ilustrada del ataque al cura Forde

.

Recreación ilustrada del ataque al cura Forde EC Elaboración propia
.
.

Uno de ellos, armado con una daga de 30 centímetros, le rebanó el cuello, mientras que otros dos le apuñalaron en el vientre. Detrás del crimen asoma la figura de una aristócrata llamada Ela Fitzpayne. Examante del sacerdote y a la cabeza de una banda de extorsionadores, habría sido ella la instigadora del asesinato por venganza.

.

«Estamos ante un asesinato encargado por una figura destacada de la aristocracia inglesa. Es un asesinato planificado y a sangre fría, perpetrado por un familiar y allegados, lo que sugiere un móvil de venganza», afirma el criminólogo de la Universidad de Cambridge Manuel Eisner, que ha ‘resuelto’ el caso. Este y otros sucesos forman parte del proyecto ‘Mapas de Asesinatos Medievales’ del Instituto de Criminología de la prestigiosa institución británica, una base de datos sobre muertes no naturales en Inglaterra durante el siglo XIV.

La vida en juego

La investigación de Eisner apunta a una historia de adulterio, venganza y una posible conspiración sexista desde las más altas esferas eclesiales contra una mujer «extraordinaria en la Edad Media». A lo que parece, el origen de la trama se remonta a 1332, cinco años antes del asesinato. Entonces, Simon Mepham, arzobispo de Canterbury, escribió una carta al obispo de Winchester en las que acusaba a Ela Fitzpayne de haber mantenido relaciones sexuales con «caballeros y otros, solteros y casados, e incluso con clérigos de órdenes sagradas guiada por un espírito de orgullo y por el diablo». Entre esos amantes se encontraba el propio Forde.

.

Primera carta que escribe el arzobispo de Canterbury al obispo de Winchester donde se menciona a Forde como uno de los amantes de Ela Fitzpayne.

.

Primera carta que escribe el arzobispo de Canterbury al obispo de Winchester donde se menciona a Forde como uno de los amantes de Ela Fitzpayne.
.
.

La historia se alambica todavía más. Según ha descubierto el criminólogo, el sacerdote formaba parte de una banda criminal acaudillada por la propia Ela y su segundo marido -que no debía estar al tanto de la relación que mantenía su mujer con el clérigo-. Se especializaron en las extorsiones y llegaron a asaltar un priorato benedictino que pertenecía a la Corona francesa en un momento especialmente tenso en la relación entre ambas potencias -la Guerra de los Cien Años estallaría precisamente en 1337-. En aquella incursión retuvieron 18 bueyes, 30 cerdos y 200 ovejas y corderos para pedir un rescate.

 

Por aquel entonces, la capital inglesa era un lugar peligroso. «Estimamos una tasa de homicidios de aproximadamente 20 a 25 por cada 100.000 habitantes. Esto significaría que Londres, en aquella época, tenía una tasa de homicidios unas 20 veces mayor que la actual», asegura en conversación con este periódico Eisner, que matiza que las «comparaciones son problemáticas«. Muchas puñaladas podrían tratarse hoy en día con cirugía y medicina moderna. La mayor parte de la violencia parece haber surgido de conflictos en el calor del momento. En cambio, hay poca evidencia de violencia organizada grave».

 
mapa_tipog

Lugar del crimen

Westcheap

Actual Catedral

de San Pablo

¿Una conspiración sexista?

En la carta -habría una segunda- del arzobispo de Canterbury solo se mencionaba a uno de los amantes de la mujer, el propio Forde. Esto hace pensar a Eisner que el asesinato sería la venganza de su examante ante esta delación y la humillación a la que fue sometida. Aunque al parecer no cumplió todo el castigo, se le prohibió llevar oro, perlas o piedras preciosas y se la condenó a pagar dinero a varias órdenes monásticas así como a realizar donaciones a los pobres.

.

Sin embargo, lo peor habría sido la humillación pública de caminar descalza llevando una vela de cuatro libras -casi dos kilos- recorriendo la catedral de Salisbury, algo que debía hacer cada otoño de los siete años siguientes. «Sin duda, todo esto debió causarle un gran daño a Ela Fizpayne. Sin embargo, es importante tener en cuenta que desconocemos si las acusaciones eran ciertas o solo rumores. El único hombre mencionado en persona que supuestamente tuvo una aventura con Ela es John Forde. Por lo tanto, no podemos descartar la posibilidad de que este compartiera información confidencial con el arzobispo, quien luego inventó una especie de teoría conspirativa sexista contra Ela Fitzpaine. Esa podría ser una buena razón para que ella se vengara».

.

Recreación ilustrada de la humillación pública a la que fue sometida Ela Fitzpayne

.

Recreación ilustrada de la humillación pública a la que fue sometida Ela Fitzpayne EC Elaboración propia
.
.

En el grupo de asesinos del clérigo se encontraba un hermano de esta. Otros dos habían sido sus sirvientes. Por detrás, sostiene el investigador, se intuye también una lucha por el poder entre la Iglesia y la nobleza. «Los intentos de humillar públicamente a Ela Fitzpayne pueden haber sido parte de un juego político, ya que la Iglesia utilizó la moralidad para imponer su autoridad a la nobleza, con John Forde atrapado entre ambos», afirma.

.

Todos estos detalles se conocen gracias a una serie de documentos que se derivan de la investigación de este tipo de casos. Se trata de unos rollos escritos en latín donde quedaba constancia de las pesquisas que llevaban a cabo un jurado de hombres locales convocados por un forense. Normalmente eran una docena, pero en el caso de este asesinato el número se disparó hasta los 33 -incluidos un fabricante de rosarios y un sombrerero-, un claro indicador de la relevancia que adquirió este asesinato. «Debió de ser una gran historia dado que el arzobispo de Canterbury escribió dos cartas largas y detalladas sobre el tema», concluye el especialista.

.

.

.

· Link

.

.

.

.

.