¿Por qué el alcohol no lleva la misma advertencia que el tabaco?

Ni aviso de riesgo para la salud, ni calorías…

 

Marta Fdez. Vallejo

Lunes, 17 de abril 2023

 

Es una batalla abierta desde que los científicos probaran que el alcohol daña de forma grave la salud: conseguir que las etiquetas de vinos, cervezas, licores… alerten de sus riesgos. Por extraño que parezca, no tienen obligación de incluir ni siquiera sus calorías. Sociedades científicas y médicas, fundaciones que luchan por la prevención de diferentes enfermedades y hasta la OMS han pedido a los gobiernos que actúen. La propia Comisión Europea plantea un nuevo etiquetado para este año en el que incorporen su valor nutricional, así como advertencias sobre su relación con el cáncer y otras enfermedades.

Los expertos apuntan que una de las causas de que no cale el mensaje que se lanza a diario desde sectores sanitarios y del ámbito de la investigación sobre los efectos nocivos del alcohol es «la falta de información», señala la investigadora Marina Bosque, del Grupo de Trabajo sobre Alcohol de la Sociedad Española de Epidemiología. «Entre las razones que favorecen el inicio y el mantenimiento del consumo destaca la baja percepción del riesgo que hay en torno a este hábito. Es la sustancia que se percibe como menos peligrosa, con una diferencia notable frente a todas las demás: tabaco, cannabis, cocaína…», añade la profesora de la UOC.

Pero esa percepción contrasta con la realidad. El alcohol es responsable del 5,7 % de la mortalidad total en los países de Europa occidental. Según la OMS causa 3 millones de muertes en el mundo al año –el tabaco, 7 millones–. «Su consumo está relacionado con más de doscientas enfermedades, entre ellas diferentes tipos de cáncer. Cualquier persona que beba alcohol asume un riesgo para su salud, ya que no existe una cantidad de consumo sin efectos perjudiciales», comenta la investigadora. Todos estos datos evidencian «la necesidad de hacer hincapié en los efectos perjudiciales que se asocian a este hábito», precisa.

En el caso de las bebidas alcohólicas, el etiquetado es fundamental. «Mejora la información y la educación de los consumidores para prevenir y reducir el daño asociado al consumo de alcohol y alerta de la presencia de sustancias potencialmente dañinas», señala Iñaki Galán, médico epidemiólogo. «El etiquetado es un derecho de los consumidores para disponer de información de los productos que compran».

 

Contradicción

El ejemplo es el tabaco. Una cajetilla debe advertir de forma muy visible acerca sus riesgos, con mensajes tan crudos como ‘fumar mata’. Desde que se tomó esa medida su consumo cayó en picado. En el caso del alcohol, no solo no hay obligación de lanzar advertencias por los riesgos para la salud sino que en Europa las bebidas con una graduación superior a 1,2% no tienen que incluir información nutricional alguna, como deben de hacer el resto de alimentos procesados. «Supone una enorme contradicción que, por ejemplo, una cerveza sin alcohol tenga que estar perfectamente etiquetada, mientras que otra con contenido alcohólico, no», añade el médico.

Yes importante porque cervezas y licores son una fuente importante de calorías. En España, cerca del 3% del total de la ingesta calórica proviene del consumo de alcohol cuando, por ejemplo, el aporte de los refrescos azucarados es del 2 %. «Una lata de cerveza o una copa de vino aportan 120 calorías», recuerda el especialista. En el caso de las bebidas de alta graduación como el ron, el whisky o el vodka, son 300 calorías por copa; 450 si se les añade algún refresco. En España se consumen unos 51 litros de bebidas azucaradas por persona al año, frente a los más de 55 litros de bebidas alcohólicas.

 

No funciona la autorregulación

La Sociedad Española de Epidemiología, junto a otras como la del Corazón, ya han denunciado que, a pesar de las recomendaciones sanitarias de la UE y la OMS, la legislación española sigue sin obligar a colocar etiquetas con datos nutricionales y advertencias sobre los daños de su consumo, como ya han hecho varios países europeos. En España se ha decidido que las empresas que comercializan las bebidas alcohólicas se autorregulen y elijan de forma voluntaria los datos que quieren incluir en los envases.

«Pero si falla la autorregulación, debería aprobarse una regulación obligatoria sin dilación. El alcohol causa una importante carga de enfermedad y el consumidor tiene derecho a recibir información de forma objetiva de los ingredientes y su contenido calórico, así como del prácticamente nulo valor nutricional que aportan», insiste el epidemiólogo.

 

Investigadores prueban que acelera el envejecimiento

Investigadores del departamento de Salud poblacional de la Universidad de Oxford han publicado un análisis en el que demuestran que el alcohol acelera directamente el envejecimiento al dañar el ADN de los telómeros, que son los extremos de los cromosomas. Su longitud de está asociada con la longevidad, de forma que a medida que envejecemos se van acortando. La ingesta de alcohol hace que los telómeros se reduzcan de forma más veloz y, por tanto, envejezcamos más rápidamente. También tiene otros efectos que influyen en el aspecto de nuestra piel. Hace que el colágeno se degrade antes y acelere la aparición temprana de arrugas y flacidez. Además, para metabolizar el alcohol, nuestro organismo necesita mucha agua y la busca en la piel, con lo que se deshidrata. De igual forma, por su efecto diurético, hará que la rehidratación sea más lenta.

 

 

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